JUICIO A LOS TEMPLARIOSÂ
Capti tenantur et ecclesiae iudicio preserventur». Asà versaba la orden, datada el 14 de septiembre de 1307, de detención, encarcelamiento y conducción a juicio eclesiástico de todos los miembros de la poderosa y legendaria Orden del Temple. Felipe el Hermoso de Francia emitió la orden de captura. Mediante el exterminio de los caballeros templarios, el endeudado rey pretendÃa apropiarse entre otras cosas de la amplia fortuna de la orden. Los templarios fueron acusados de herejÃa, encarcelados y torturados.Â
La Orden del Temple habÃa sido fundada en 1119 en Jerusalén por Hugo de Payens, con el ideal de defender Tierra Santa. TenÃan una buena organización administrativa y por ello llegaron a poseer numerosos bienes y a ser una de las instituciones más ricas en la Europa medieval. Administraban sus bienes más o menos como un banco moderno. Hacia la época de Felipe IV, los templarios administraban el tesoro del rey de Francia, por lo que hasta ese momento habÃan sido muy estimados por la corona.Â
No quedan muy claras las razones por las cuales Felipe el Hermoso arremetió fuertemente contra los templarios. Algunos suponen que habÃa quedado endeudado con ellos y no podÃa pagar la deuda, otros que era por la fidelidad de la Orden del Temple hacia el papa o por las numerosas riquezas que poseÃan y que podrÃan engrosar el tesoro real. Lo cierto es que el 13 de octubre de 1307 Felipe IV ordenó el arresto de todos los caballeros templarios que se encontraban en territorio francés acusándolos de herejÃa. Las razones aducidas fueron una serie de acusaciones de un exmiembro de la Orden, Esquieu de Floyran (1305), quien aseguraba que los templarios adoraban un Ãdolo de Bafomet, renegaban de Cristo y cometÃan sodomÃa, entre otras cosas escandalosas.Â
Según estas acusaciones, los templarios, al entrar en la orden, tenÃan que negar de Cristo tres veces, escupir sobre su imagen, quitarse la ropa y permanecer desnudos ante su receptor, que celebraba su incorporación besándolos “conforme al rito odioso de su orden, primero debajo de la espina dorsal, segundo en el ombligo y, finalmente, en la boca, para vergüenza de la dignidad humana”. Después, siguiendo con estos relatos, se veÃan obligados por sus votos a mantener relaciones sexuales entre ellos, “y por esto, la cólera de Dios se abate sobre estos hijos de la infidelidad”.Â
La detención de los templarios sin la autorización del pontÃfice (Los arrestados sumaban unos dos mil templarios,) de quien dependÃa directamente la Orden, provocó las protestas de Clemente V, pero Felipe lo convenció presentándole las confesiones obtenidas bajo tortura. Consiguió asà que el papa promulgara la bula Pastoralis praeminens, que decretaba la detención de los templarios en todos los territorios cristianos. No contento, Felipe IV obtuvo del Papa una instrucción general por la que se condenaba a la hoguera a aquellos que se retractaran de sus confesiones. Asà el 12 de mayo de 1310, en ParÃs, fueron quemados 54 templarios. Otros murieron a causa de las torturas o en la cárcel.Â
Presionado por el rey francés, Clemente V convocó en 1308, mediante la publicación de la bula Regnums in coelis el Concilio de Vienne. Celebrado entre octubre de 1311 y mayo de 1312, alumbrará la bula Vox in excelso por la que se suprimÃa la orden templaria:Â
Siguiendo las órdenes de Felipe IV, las torturas sobre los templarios se hicieron de la manera más aterradora conocida. Uno por uno, los hombres fueron torturados por la Inquisición Medieval, y dieron falsas confesiones para detener su sufrimiento. Sin embargo, el valiente Gran Maestre se retractó de su confesión y el rey decidió encarcelarlo.Â
Después de siete largos años, se acercaba el fin del dolor diario y las torturas a las que estaba siendo sometido Jacques de Molay; los cardenales acordaron la sentencia de muerte para él y otros compañeros.Â
La mayorÃa de las piras fueron preparadas de tal manera que las vÃctimas morirÃan rápidamente. Sin embargo, en el caso de De Molay, prepararon una pira que se quemarÃa lentamente. Antes de morir, hizo oÃr su voz una vez más. Su discurso ante-mortem llevarÃa al rey y la iglesia a lamentar que su ejecución no hubiera sido más rápida.Â
De acuerdo con los testigos de la ejecución, de Molay no mostró ningún signo de miedo, e intentó no mostrar dolor durante su lenta muerte en la hoguera. Cuando estaba siendo quemado, maldijo no solo al rey Felipe IV sino también a su estirpe, que pocos años después desaparecerÃa de la faz de la tierra. El papa Clemente V falleció pocos meses después debido a una enfermedad desconocida y Felipe el Hermoso murió tras un accidente de caza, a consecuencia de un derrame en una zona no motriz del cerebro, el 29 de noviembre de 1314 en Fontainebleau.