LOS TRES VOTOS TEMPLARIOSÂ
Los Caballeros Templarios eran miembros de una Orden Religiosa Militar y por ese motivo se le imponÃan tres Votos primordiales la Pobreza, Obediencia y Castidad, son los votos o promesas que distinguen a un religioso de un seglar dentro de la Iglesia católica. Mediante ellos se pretende acceder a una vÃa espiritual a la salvación a través de la renuncia de placeres terrenales.Â
La Pobreza: El religioso es pobre, igual que Jesús nació y vivió pobre, lo que implica que el Templario Monje no posee nada, ni el el hábito que viste, ni la comida que come (nec proprii corporis potestatem se habiturum scit -“no ha de tener dominio ni siquiera sobre su propio cuerpo”-); lo que no impedÃa que de hecho vista o coma, ni que la institución a la que pertenece (Orden Templaria) colectivamente acumulara tierras, obras de arte y todo tipo de propiedades. El Templario-Monje vivÃa en el Monasterio de la Orden, y el grado de disfrute de sus riquezas dependÃa de la mayor o menor observancia o relajamiento de su regla. Lo que sà se impedÃa muy eficazmente era que el Templario-Monje disputara a sus hermanos o familiares la parte de la herencia que le hubiera podido corresponder de no haber hecho los votos. La rÃgida sociedad estamental concentraba en el primogénito de una familia noble las propiedades familiares y la continuidad del tÃtulo (mayorazgo), destinando a los hermanos segundones a la Iglesia.Â
Si al ingresar a la orden el Caballero tenÃa bienes, estas pasaban a manos de la administración de los Pobres Caballeros de Cristo al igual que sus herencias.Â
Obediencia: El Templario-Monje debÃa obedecer a su superior, quien representa a Cristo en la Orden. La subordinación a la autoridad Templaria es imitación a Jesucristo, el Hijo, que fue obediente a Dios Padre y se subordinó explÃcitamente a su voluntad.Â
Castidad: La imitación de Cristo, que vivió castamente, y que enigmáticamente vinculó el celibato al reino de los cielos, implica que el Templario-Monje no podÃa contraer matrimonio ni, por tanto, mantener relaciones sexuales (al igual que cualquier otro cristiano no casado en la imitación de Cristo, que vivió castamente, y que enigmáticamente vinculó el celibato al reino de los cielos, implica que el monje no puede contraer matrimonio ni, por tanto, mantener relaciones sexuales (al igual que cualquier otro cristiano no casado).Â